Satanás siempre quiso la adoración y lo ha logrado, pero hay otra cosa que él ambiciona tanto como la adoración y esto es el dominio de este mundo. Asunto donde también ha tenido mucho éxito. Pues como sabemos la iglesia católica ha sido la autoridad suprema y ha dirigido durante muchísimos SIGLOS la política y la economía mundial.



Veamos tan sólo algunos apuntes:

           
La Iglesia católica romana no cayó  con el Imperio romano, se fue consolidando en los diferentes reinos, al principio con bajo perfil, pero con el tiempo fue adquiriendo poder polí­tico y económico.

Los poderosos económicamente en cada paí­s, se fueron asociando con los lí­deres de la iglesia católica romana y se creó una oligarquí­a de  poder en cada país, donde el poder temporal, representado por la oligarquí­a económica política, formada por el rey, los nobles, los terratenientes o señores feudales, que  se asociaron con el poder de la iglesia católica de Roma. Se organizaron, entre el clero católico y los nobles de cada país, las cruzadas que eran expediciones a la tierra santa para rescatar esas tierras de manos de los Árabes o sarracenos.

Pero la finalidad de la iglesia católica, en el fondo era ir depredando y saqueando  los tesoros de los países o reinos que se encontraban a su paso  en el viaje de los cruzados al santo sepulcro.  Con estas cruzadas logró  la iglesia católica, con sede en Roma, reunir una enorme riqueza en oro, joyas, y tesoros de todo tipo, producto del robo, el pillaje, el asesinato de centenares de miles de personas que, por el Único pecado de encontrarse en el paso de estos depredadores, comandados por la santa iglesia católica apostólica romana, fueron masacrados y sus riquezas robadas pasaron a manos de Esta iglesia.

Centenares de miles de inocentes cayeron víctimas de las espadas asesinas de los cruzados, dirigidos y comandados por la iglesia católica, que con la excusa de ir a rescatar las tierras santas, de manos de los infieles, iba  depredando y asesinando a todos los que encontraban a su paso. Estos cruzados eran en realidad hordas de delincuentes y asesinos guiados y al mando de sacerdotes católicos, los hechos ponen de manifiesto las intenciones ocultas

Ya la Iglesia católica al caer el imperio romano, por el año 500 a 600 D.C  tenía una inmensa fortuna, en tierras en todo el mundo, oro, tesoros, etc. producto del cobro de diezmos obligatorio que impuso Constantino y los distintos papas y emperadores romanos a todas las provincias del imperio  de los robos y el pillaje de las cruzadas y de las presiones que la santa iglesia ejercía sobre los reyes gobernantes de los distintos reinos, para que le regalaran o  donaran bienes y oro  a la misma.

La iglesia católica tenía templos, enormes extensiones de tierras  un inmenso tesoro en oro en el Vaticano y en las sedes centrales de todos los países. Con esa enorme riqueza crearon ejércitos poderosísimos, hubo papas que fueron, al mismo tiempo que papas, jefes de la iglesia, generales de los ejércitos católicos. Estos se asociaban a los nobles y clases dominantes de cada reino y creaban un gobierno híbrido, en el que mandaban o tenían el poder político, los prelados de la iglesia católica, los nobles y los señores feudales más poderosos, entre los que elegí­an el rey, y ellos, los prelados de la iglesia católica, lo coronaban ante el pueblo y se establecía en ese país la santa alianza, entre el poder político y económico de la nobleza y el poder político- religioso y económico de la iglesia católica.

Pero siempre la iglesia católica romana estaba por encima de los reyes, quien mandaba en  realidad en casi todos los países era la mafia perversa y corrompida que estaba al mando de la iglesia católica, el papa, los cardenales de roma y los obispos que se nombraban en cada país y que ordenaban a los reyes lo que debían hacer.

Pasaron mil años, del año 500 al 1.500 D.C., Época terrible, oscura en conocimientos, en ciencia, en amor al prójimo, donde como decíamos, la iglesia católica designaba a  los reyes, a los señores feudales o nobles, que poseían inmensas extensiones de tierra y en cada una, tenían una población esclava, que laboraban la tierra como esclavos y recibí­an  como pago de las cosechas del señor feudal, una paga miserable  que les permitía, medio comer.

No cambia mucho el sistema injusto y esclavista del imperio romano en esos 1000 años oscuros, injustos y tenebrosos de la llamada baja edad media, donde los reinos se dividían en feudos, propiedad de un noble o señor feudal, que era el amo despótico y absoluto de la población que habitaba en esa extensión de tierra llamada feudo.

Los señores feudales obedecían al rey y cuando alguno se sublevaba y no quería o era renuente a pagar el tributo al rey y a la iglesia católica, que era un gran porcentaje de la producción agrícola, ganadera, artesanal del feudo, el ejército del rey y la iglesia católica se encargaban de hacer entrar en razón a ese señor feudal, que si era muerto por su rebeldía, ese feudo se lo repartían entre el rey y la iglesia.

El poder y la opresión lo ejercí­a la iglesia católica romana en forma despótica y terriblemente injusta, las ejecuciones eran comunes, la muerte en la hoguera, más cruel que la muerte en la cruz, fue adoptada por la iglesia católica. Las ejecuciones masivas eran comunes, pueblos enteros que se rebelaban contra la injusticia y la opresión impuesta por los prelados católicos, eran ejecutados en las formas más crueles posibles, la iglesia perfeccionó métodos de tortura que los romanos no habían ideado.

La crueldad y el refinamiento para hacer sufrir a los pueblos y mantenerlos en el temor y en el terror, llegó a niveles increíbles, inventaron sistemas de tortura como el potro, que era una máquina en donde la ví­ctima era estirada por los brazos y piernas y terminaban arrancándole los miembros, en medio de terribles dolores.

Estas torturas se hací­an en público, en las plazas y era obligatoria la asistencia de las gentes; en otros casos, amarraban a las víctimas a cuatro caballos, cada brazo y cada pierna a un caballo y les daban látigo a éstos, hasta que les arrancaban los miembros a las ví­ctimas, por supuesto éstas ejecuciones eran bendecidas y dirigidas por los sacerdotes católicos, colgaban a las pobres víctimas, que eran acusadas por simples sospechas o por denuncias anónimas, de los pulgares y les ponían grandes piedras en los pies y en los testí­culos, los freían en aceite, en grandes sartenes, o en planchas calentadas al rojo vivo, etc.

Crearon, los jerarcas de la iglesia católica, ejércitos de sicarios y asesinos a sueldos, al mando de sacerdotes católicos que los entrenaban en torturas y asesinatos.

Se inventaron estos jerarcas delitos como la brujería, endemoniados, discípulos de Satán y otros delitos con los que podían acusar a cualquiera, que no le cayera bien al prelado católico de turno, al obispo, etc. y hacerlos prisioneros y ejecutarlos. Nadie estaba libre, ni aun los señores feudales, los nobles, nadie.

En cuanto a los poderes que tenían los nobles o señores feudales sobre los habitantes de su feudo eran absolutos.

El satanismo y la perversión de los jerarcas católicos no conocieron límites. Estaba prohibido bajo pena de muerte en la hoguera, inventar algo y darlo a conocer a la gente, sin consular previamente con las autoridades de la iglesia y éstos  autorizaban o no, el que se hiciera público el invento, generalmente decían que no, y prohibí­an divulgar al autor, su invento o descubrimiento, por sencillo que fuera, en algunos casos asesinaban a el autor después de haberlo torturado en las mazmorras de la inquisición durante meses o años.